ADONAI: EL DIOS QUE REINA

May 18, 2015
…Él es tu Señor, inclínate ante Él.2

Te adoramos como nuestro Adonai. Tú eres Señor. Tú eres El Jefe. Reconocemos Tu autoridad de hacer lo que te place porque Tú eres nuestro Dueño, y el Dueño de todas las cosas. Tú nos hiciste en la Creación. Tú nos compraste en el Calvario. Tú tienes el derecho de regir nuestras vidas.

¡Tú eres misericordioso! ¡Sí! ¡Tú eres!
¡Tú eres amoroso! ¡Sí! ¡Tú eres!
¡Tú eres benevolente! ¡Sí! ¡Tú eres!
¡Tú eres amable! ¡Sí! ¡Tú eres!
¡Tú eres fiel! ¡Sí! ¡Tú eres!
¡Como nosotros Te amamos por la belleza de Tu carácter! Pero seríamos deshonestos si también no reconocemos que Tú no puedes ser menos de ser Tú mismo. Y Tú también eres justo. Tú eres santo. Tú eres recto. Y un Jefe santo, recto, y justo demanda juicio por nuestro pecado. El cual es el mensaje de la Cruz. Si no hubiera responsabilidad por el pecado, no hubiera necesidad para la Cruz. La Cruz revela Tu odio por el pecado. Es Tu castigo extremo por el pecado. Tú moriste para que pecadores pudieran vivir.

En la Cruz vemos al Jefe dar su vida por pequeñas personas hechas del polvo, y nos quedamos maravillados en la presencia del Salvador crucificado, el Señor de Gloria. La Cruz no solo revela la atrocidad de nuestro pecado, sino también el amor infinito de Adonai, quien dio el paso y tomó Su propio juicio por nosotros.

Yo Te adoro porque_________    

Por tres días te hemos adorado como Elohim, El Fuerte; como El Elyon, El Dios Altísimo; y como YO SOY, El Dios Eterno. Hemos vislumbrado Tu gloria. Hoy, reconocemos que Tú eres Adonai. Tú eres el Señor. El Jefe. Y nosotros no lo somos. A la luz de quien eres Tú, nos vemos más claramente a nosotros mismos. Somos pecadores.
Perdonados, sí. Redimidos, sí. Pero desesperadamente en necesidad de un baño espiritual. Necesitamos ser nuevamente limpiados para que podamos ser llenos de Tu Espíritu hasta desbordarnos.
Por lo tanto…

Confesamos que nuestro enfoque en la vida y aún nuestro enfoque en las oraciones no han sido Tú, y solo Tú como la Solución a nuestros problemas y la Respuesta a nuestras necesidades. Confesamos que hemos actuado como si somos alguien y Tú eres nadie.

Nos arrepentimos.

Confesamos que con frecuencia nos hemos enfocado en “ellos” en vez de en nosotros mismos. Ahora nos volvemos hacia Ti y pedimos que Tú brilles la luz de Tu verdad en nuestros corazones y en lo que sentimos, en nuestras mentes y en lo que pensamos, y así nos veamos nosotros mismos como Tú nos ves, y verdaderamente, profundamente arrepentirnos de nuestro pecado.

Desvístenos, Santísimo Señor, de cualquier orgullo o pretensiones de perfección moral o criticismo antes de orar por los demás. Ensénanos a primero quitarnos la viga de nuestro propio ojo antes de intentar remover la astilla del ojo de otra persona.3 Anhelamos que Tú envíes avivamiento en los corazones de tu gente. Permite que comience aquí mismo. Ahora mismo. Con nosotros.

Cometimos nuestros pecados uno por uno, por lo que los confesamos uno por uno.

Ingratitud. No hemos estado verdaderamente agradecidos hacia Ti por las bendiciones que Tú nos has dado antes y después de la salvación. En vez, nos hemos dado crédito a nosotros mismos por muchas de las bendiciones que vienen de Tu mano.

Nos arrepentimos.

Perdida de amor hacia Dios. Hemos perdido nuestro primer amor apasionado, emocional, y afectuoso por Ti, y en vez dado nuestro primer amor a nuestra cuenta bancaria, al equipo de deporte, a placeres, a la profesión, a otra persona o aun a nosotros mismos.

Nos arrepentimos.


Abandono de la Biblia. Gastamos más tiempo leyendo blogs, o noticias en línea, o la más reciente novela de mayor venta, o nuestro periódico de comercio, o aun un manual de instrucciones al dueño para nuestro nuevo juguete electrónico, de lo que invertimos en leer Tu Palabra.

Nos arrepentimos.

Incredulidad. En realidad, pensamos que Tus promesas son para otros, o para otro día. No pensamos que ellas actualmente “trabajan” para nosotros. Y entonces Te llamamos mentiroso.
Nos arrepentimos

Falta de Oración. Les pedimos a otros orar por nosotros, pero no oramos por nosotros mismos. Soñamos despiertos, fantaseamos, nos llenamos de ilusiones, y lo llamamos “orar”. Entonces Te echamos la culpa cuando Tú no contestas.

Nos arrepentimos.

Falta de Preocupación por las Almas de los Demás. Nos quedamos parados mirando a amistades, a vecinos, a compañeros de empleo, y aun a miembros de la familia de camino al infierno, y no nos importa lo suficiente para advertirles, o orar por ellos, o aun admitir que allí es en donde ellos terminarán si ellos no ponen su fe en Jesús. Hemos venido a ser tan correctos políticamente, que no compartimos el Evangelio con aquellos que conocemos y amamos por miedo a ofenderlos.

Nos arrepentimos.

Abandono de la Familia. Ponemos nuestras necesidades y a nosotros mismos antes de nuestras familias, engañándonos a nosotros mismos y haciéndoles trampa, al vivir como si la ganancia financiera y material es más importante que su condición espiritual y desarrollo. Nosotros delegamos a la iglesia o a la escuela nuestra propia responsabilidad de criar hijos en santidad y así la fe en el Dios viviente no ha sido transmitida a la próxima generación.

Nos arrepentimos.

Amor por el Mundo y las Cosas Materiales: Nos quejamos o resentimos el pensamiento de que te debemos un mínimo del 10% de nuestro ingreso. Así que no te lo damos.

Nos arrepentimos.

Orgullo. Tenemos una mentalidad de “yo primero.”

Nos arrepentimos.

Envidia. Luchamos cuando otros reciben más reconocimiento y elogios que nosotros.

Nos arrepentimos.

Un Espíritu de Critica. Encontramos falta con aquellos que no llegan a la altura de nuestro estándar.

Nos arrepentimos.

Difamación. Decimos la verdad para hacer que otros piensen menos de alguien.

Nos arrepentimos.

Falta de Seriedad hacia Tí. Te damos las sobras de nuestro tiempo, pensamientos, emociones, y dinero.

Nos arrepentimos.

Mentimos. No decimos la verdad. O decimos cosas que no son toda la verdad para impresionar a otros. Exageramos. Estiramos la verdad y la llamamos “una mentira blanca” como si existieran buenas mentiras y malas mentiras.

Nos arrepentimos.

Hacemos Trampas. No tratamos a otros de la manera que deseamos ser tratados.

Nos arrepentimos.

Hipocresía. Pretendemos ser algo que no somos.

Nos arrepentimos.

Le Robamos a Dios. Perdemos tiempo en cosas que no tienen valor eterno. Ejercitamos nuestros regalos y talentos otorgados por Dios por un precio. Estamos dispuestos a hacer por un precio lo que no haríamos gratuitamente por Dios.

Nos arrepentimos.

Temperamento. Perdemos paciencia y hablamos airadamente.

Nos arrepentimos.

Mal Temperamento. Perdemos control de nuestras emociones, pensamientos, y palabras y abusamos de alguien verbalmente.

Nos arrepentimos.

Le Ponemos Trabas a Otros. Tomamos el tiempo de alguien innecesariamente. Destruimos la confianza en sí mismo de alguien porque lo colocamos en un estándar alto que no es razonable.

Nos arrepentimos.

Santo Señor, con lagrimas en nuestra cara y gemidos en nuestra garganta y vergüenza en nuestros corazones, nosotros verdaderamente, sinceramente, valientemente “rasgamos nuestros corazones.”4 Nos arrepentimos de nuestro pecado. No solo lo nombramos por lo que es ante Tus ojos, pero nos apartamos de él. Reclamamos Tu promesa del perdón de pecados a través de Tu sangre. 5
Reclamamos Tu promesa de que si confesamos nuestros pecados, Tú serás fiel y justo para perdonarnos y purificarnos.6

Yo confieso________________    
Me arrepiento______________          

Gracias por Tu perdón.
Gracias por la Sangre que nos limpia.

Gracias porque nuestras lágrimas están en Tu cara.
Gracias porque como nuestro Sumo Sacerdote, Tú conoces de primera mano los sentimientos de la vergüenza y la culpa de nuestro pecado.7
Gracias porque aunque Tú fuiste sin pecado, Tu viniste a ser pecado por nosotros para que nosotros podamos ser justos mediante Ti.8
Gracias porque cuando estamos bajo tu sangre y nuestras vidas están refugiadas en Ti, venimos a ser una nueva creación. Lo viejo ya ha pasado, y ha llegado ya lo nuevo.9
Gracias por la bendita certeza de que cuando hemos confesado nuestro pecado—cuando hemos sido limpios de nuestro pecado—vamos a recibir una rica bienvenida ante Tu Presencia y en tu Hogar celestial porque nuestro Salvador es El Jefe.10 Y su nombre es Jesús.

Te damos la bienvenida…
nos inclinamos ante Ti…
en Su nombre y para Su gloria.
Amén.

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1 Juan 17:11
2 Salmos 45:11
3 Mateo 7:1-5
4 Joel 2:13
5 Efesios 1:7
6 1 Juan 1:9
7 Hebreos 4:15
8 2 Corintios 5:21
9 2 Corintios 5:17
10 1 Pedro 1:11