La Agonia de Jesus

Oct 21, 2008
Un saludo muy cordial a todos y espero que estén disfrutando del regalo precioso de la creación de Dios. Los días del otoño han estado demostrando la majestad de Dios y recordándonos de su existencia con cada nuevo amanecer.

El programa radial de hoy, (Octubre 21) es muy especial para mí. Es un tema de doble filo. No solo enseña sobre la doctrina del infierno, sino las emociones que sentía Jesús cada vez que le advertía a sus seguidores sobre las consecuencias del pecado y de rechazar el regalo de salvación de Jesús. ¿Cuántas veces estuvimos nosotros mismos en esos zapatos? ¿Cuántas veces rechazamos vestirnos gratuitamente con las ropas de su santidad y misericordia? ¿Cuántas veces rechazamos anteriormente compartir las riquezas del reino? Tal vez porque no teníamos la menor idea de la profundidad, altura, y anchura del amor infinito de Dios. Tal vez porque no queríamos aceptar nuestra condición pecaminosa. Aquel que nos ama tanto, no escatimó absolutamente nada para darnos evidencia terrenal de todo aquello que es una realidad espiritual y eterna.

Es más fácil comprender la agonía de Jesús cuando lo vemos torturado y crucificado como en la película La Pasión. Esa fue la culminación de su agonía. Pero su agonía había comenzado mucho antes, ¿tal vez tres años atrás?

Jesús, como el Dios eterno, vio desde su trono en el cielo, el evento que envió a su creación y todo el universo en proceso de destrucción. Vio la caída al pecado y su agonía comenzó en ese momento. Agonía de ver a Caín asesinar a Abel, agonía de ver a su creación sufrir por las consecuencias de sus propias decisiones, agonía de vez tras vez ver a toda su creación, las miles y miles de personas decidir darle la espalda a Dios y seguir detrás de sus propios dioses creados de su propia imaginación o de seguir su propia glorificación. Esa agonía se puede palpar cuando vez tras vez Él va en rescate de su pueblo aunque no se lo merecían. Y luego Él mismo nos da la revelación completa de su agonía.

A través de los años, varias compañías cinematográficas han filmado películas sobre la historia y vida de Jesucristo. Mi película favorita sobre la vida de Jesús se llama Mateo (Matthew) Esa película es muy especial para mí principalmente por que se basa 100% en la palabra del evangelio de Mateo, verso por verso. Cuando vez la película es básicamente leer visualmente el evangelio completo de Mateo. He visto la película muchas veces, pero siempre me percato de algún detalle o aspecto nuevo ya sea sobre Jesús, las personas que lo rodeaban, o la historia y eventos en general. Antes de filmar la película, diariamente, los directores y muchos de los artistas oraban para que Dios fuera el que dirigiera la producción y proveyera a todo el personal para representar el evangelio fielmente y lo más cerca posible a los eventos originales.

El actor que hizo el papel de Jesucristo se llama Bruce Marchiano. El oraba a Dios y le pedía que lo hiciera una marioneta en sus manos para él poder representar fielmente el corazón de Cristo. La palabra de Dios nos enseña que nosotros los creyentes somos los pies y manos de Cristo, somos embajadores y representantes de su evangelio. ¡Pero WOW! ¡Que llamado a servicio tan grande el de representar a Cristo de manera tan visual como el papel de Cristo que hizo Marchiano! Luego de la grabación, el escribió un libro llamado, “En los Pasos de Jesús” y en el libro el hace la historia de todo el proceso y todos los eventos que sucedieron antes y durante la grabación.

Hay un elemento que sale a relucir claro en la película…esa es la agonía de Cristo. Esa agonía no solo salia a relucir durante la crucifixión, sino en todo momento que Jesús hablaba sobre el infierno. Jesús sabía la realidad del infierno y sabía que era el destino de todo aquel que no quisiera el regalo gratis de merced y gracia. Uno de los momentos llenos de ira y angustia de Jesús fue en el capitulo 23 de Mateo donde Jesús estaba enseñando en el templo. Los fariseos y maestros de la fe se retiraron del gentío muy enfuriados por las enseñanzas de Jesús. Ellos demostraron desprecio y arrogancia en contra de Jesús… Jesús se dirige al gentío y les enseño que obedecieran a los maestros pero que no los imitaran, ya que los fariseos estaban llenos de hipocresía. Ellos fueron escogidos por Dios y eran los responsables de enseñar la palabra de Dios al pueblo, pero ellos mismos no la practicaban…. En ese discurso a los fariseos y maestros de la ley Jesús pronuncio los 7 Ays, en donde denuncia la hipocresía y ceguera espiritual del sacerdocio y maestros judíos.

En Mateo 23:13 Jesús pronuncia el primer ay y dice: “! Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas! Les cierran a los demás el reino de los cielos y ni entran ustedes ni dejan entrar a los que intentan hacerlo….mas adelante en el verso 33 Jesús les dice: ¡Serpientes! ¡Camada de víboras! ¿Cómo escaparan ustedes la condenación del infierno?…. en el verso 37 Jesús dice: …! Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían! !Cuantas veces quise reunir a tus hijos, como reúne la gallina a sus pollitos debajo de sus alas, pero no quisiste!

¿Cómo creen que se sentía Jesús en estos momentos aparte de enojado? ¿Tal vez lleno de frustración? …¿Qué sabia Jesús con certeza sobre el futuro de los que le ignoran, y de que situación los quería librar.

Muchas personas tienen problema en creer que el infierno existe. Una de mis amigas en una conversación tiempo atrás me dijo que ella cree que porque Dios es bueno, que el no enviaría a nadie al infierno. Unos llaman al infierno cruel, otros inhumano o bárbaro. Las personas no creyentes en Dios se preguntan la existencia y la justicia del infierno. Dios no solo nos enseña del infierno mediante las escrituras, sino también mediante el razonamiento humano. En adición:

1-Jesús enseño sobre el infierno.
2-Los discípulos enseñaron sobre el infierno
3-La justicia de Dios demanda la existencia de un infierno.
4-El amor de Dios demanda la existencia de un infierno.
5-La soberanía de Dios demanda un infierno.
6-La dignidad del hombre demanda un infierno.
7-Nadie puede escapar el infierno mediante aniquilamiento o arrepentimiento luego de la muerte en esta tierra.
8-Al igual que el cielo y el reino de Dios es eterno, el infierno también es eterno.

¿Por qué Jesús se sometió a la agonía y sufrimiento sabiendo de antemano que la humanidad iba a elegir mal y el tendría que ir al rescate? Si observamos un juego de football, sabemos que uno de los equipos perdería. Pero porque sabemos que alguien perdería, no dejamos de jugar. Así es la vida. Sabemos que algunos perderán, pero no dejamos de vivir la vida. Nosotros como padres, sabemos muy bien que le pueden suceder tragedias a nuestros hijos. Aun conociendo de la posibilidad de todo el mal que le podría suceder a nuestros hijos, y del dolor y sufrimiento que todo eso nos puede causar, aun tomamos la decisión de tener hijos. Tenemos una esperanza de que todo, al final, salga bien. Soñamos con un futuro eterno con ellos, ya que tenemos el deseo de la eternidad implantada en nuestros corazones. Aun con nuestro conocimiento de la posibilidad del mal y sufrimiento, elegimos permitir también la posibilidad del bien. ¿Por qué? Porque sabemos que es mejor tener la oportunidad en el juego de la vida y llegar a la meta de vida eterna, a carecer de ella en lo absoluto…y simplemente no existir. Desde el punto de vista de Dios, es mejor amar al mundo y ofrecer a su hijo unigénito para la salvación del mundo y perder a algunos, a no amar a nadie.

Si la evidencia del infierno es substancial, ¿Por qué muchas personas la rechazan? Dos razones: 1) Que va contrario a nuestras preferencias personales y 2) Que tenemos un concepto deficiente sobre el mal y su castigo merecido. De hecho, el negar la existencia del infierno muestra nuestra propia depravación e inconsistencia. Si conocemos la horrible naturaleza de las guerras y acciones en contra de la humanidad., ¿Por qué entonces, de igual manera, no nos espantamos de cuan a menudo demostramos desprecio, en contra de la majestad de Dios? Nuestro rechazo del infierno y la merced de Dios es una indicación de nuestra propia depravación.

Quiero incluir varias partes del libro de Bruce Marchiano, En Los Pasos De Jesús en donde cuenta sobre sus emociones al personificar a Cristo en la película Mateo. Quiero que presten atención a sus emociones cada vez que llegaba al tema del infierno.

Muchas veces, durante la grabación un diluvio de emociones y pasión se levantaba en mi vientre. Recuerdo que cada vez que representando a Jesús hablaba sobre las personas ir al castigo eterno, de momento perdía la compostura. La desconsolación me invadía y descomponía emocionalmente. Recuerdo estar sentado en las escaleras del templo enseñando la parábola del banquete de bodas en donde el rey le dice a sus sirvientes

“Tira a ese hombre fuera, en la oscuridad, en donde habrá llanto y crujir de dientes”.

De la nada, dolor invadió mi corazón y me encontré batallando para controlar mis emociones. En voz quebrantada decía:
“Porque muchos son invitados, pero pocos escogidos”
Me moría por dentro al mirar las caras de los que me rodeaban. Era un llorar de corazón con urgencia- ¿No lo vez? ¡Estas marchando hacia el infierno! ¡No lo hagas!...! Cuan desesperadamente el Señor estaba tratando de salvarlos!

Cuando estaban grabando la parte de los 7 Ays, en el discurso de Jesús en contra de los fariseos y maestros de la ley, Bruce Marchiano recuenta lo siguiente:

“El Señor no estaba escupiendo fuego contra ellos- El los estaba amando. Su ira no era por su propia rectitud como diciendo “Ahora aquí tienes”. Era la ira que uno siente al mirar a alguien que amas, caminar fuera por la puerta. Era ira generada por un corazón roto. Era su último esfuerzo de llegar a ellos, desesperadamente poniendo un espejo frente a sus caras, apasionadamente llorándoles de corazón, habiendo hecho todo lo posible para que vieran y entendieran cuando dijo:
“Yo soy EL” “Y te amo”. ¡No hagas lo que estas haciendo! ¡Ven a mí!
Oh, Jerusalén, Jerusalén,
¡Cuantas veces quise reunir a tus hijos, como reúne la gallina a sus pollitos debajo de sus alas, pero no quisiste, y tu casa ha quedado desolada.”
¡Cuanto Jesús los atesoraba y deseaba; como el lloro sobre su autodestrucción. El corazón de Jesús estaba roto, mucho mas profundamente de lo que cualquiera de nosotros se puede imaginar.
Recuerdo que de momento estaba allí en el Templo, de rodillas, llorando y me sentí desnudo emocionalmente frente a todas esas personas en el set de grabación. No me podía mover, era horrible. Mire arriba y allí estaba Kevin, el actor en el papel de Juan, El Discípulo Amado, parado a poca distancia, congelado y con un semblante peculiar. Recuerdo estar tan desmoronado emocionalmente y necesitando a alguien tan desesperadamente que le extendí mi mano como diciendo: Ayúdame.

No tenemos que ser actores como Bruce Marchiano para comprender la urgencia en las palabras de Dios, la agonía que sentía Jesús cada vez que hablaba del infierno. No era para ser cruel o meternos miedo. Era para presentarnos esa realidad de la que nos vino a redimir. Pagóo el precio para abrirnos la puerta de su reino eterno.

¿Cuan grande es la urgencia hoy día de compartir el evangelio de salvación? Se estima que en Europa solo un 2% de la población ha escuchado de Cristo. Aquí en los Estados Unidos se esta viendo un movimiento en donde la palabra de Dios se esta restringiendo mas y mas. El trabajo es mucho y los siervos son pocos. Si compartimos en las riquezas del reino de Dios, también debemos en compartir en la agonía de Cristo. Debemos tener ese fuego por dentro de desear compartir con un mundo que va derecho al infierno y en amor demostrarles cual es el único camino a la salvación. Somos sus embajadores. Es mi oración para todos ustedes que Dios los continúe llenando de su verdad de amor y gracia. Amor indestructible que llora por los demás para que ese deseo de compartir a Cristo sobrepase circunstancias, sobrepase dificultades, sobrepase oposición, sobrepase las mentiras del enemigo y que traiga luz y salvación a todo aquel dispuesto a escuchar antes del gran final.

Que Dios los bendiga hoy y siempre.
En Cristo Jesús,
Marta Caceres